ANTONIO HEDRERA FERNÁNDEZ

Becado de Excelencia Académica de la Fundación María Cristina Masaveu PetersonConvocatoria I-II (2008-2010)

En términos de la Real Academia, que define la excelencia como la “superior calidad o bondad que hace digna de aprecio y estima a una persona”, parece muy difícil alcanzar a ser excelente. Son palabras mayores. Más al alcance está el hacer las cosas lo mejor posible conforme a la propia capacidad: dar lo mejor de uno mismo. Se trata de una suma de capacidad y esfuerzo. Y en todo esfuerzo se agradece contar con una ayuda, como la prestada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, seleccionándome como becario de Excelencia Académica en su I y II convocatoria, en los últimos dos cursos de mis estudios de Medicina en la Universidad de Oviedo, en la preparación del examen de acceso a la formación MIR y, simultáneamente, en el final de los estudios profesionales de piano, en el Conservatorio de Gijón.

Aunque distintas, la Música y la Medicina pueden ser complementarias. La Medicina se distingue radicalmente de otras ciencias por el objeto de su estudio: el ser humano. La Música, por su parte, enseña a escuchar y permite ahondar en el conocimiento de los pensamientos y sentimientos. De esta forma se convierte en una herramienta para acercarse de mejor manera al paciente: a sus inquietudes y preocupaciones, a sus temores y, en ocasiones, a su dolor. Todo eso que alguna vez hemos sentido, se plasma en notas musicales que podemos tocar y escuchar. Igual que se escucha al paciente. En ambos casos, se escucha el sentimiento humano. Y desde la Medicina se trata de dar respuesta y ayudar a superar los problemas a los que la enfermedad enfrenta.

Es cierto que el camino no ha sido fácil: detrás hay incontables horas dedicadas al estudio, sacrificando a veces otras actividades más divertidas. Pero ya decíamos al principio que sin esfuerzo no hay recompensa. Mi recompensa diaria es tener el privilegio de tratar con los pacientes más excepcionales que existen: los niños. Acompañados de sus familias, muchas veces regalan su sonrisa, una palabra, un dibujo o una anécdota. En mi opinión, el niño constituye una pieza fundamental de nuestra sociedad: es la alegría de su familia, la esperanza en el futuro, la posibilidad común de mejorar. Y mi trabajo consiste en cuidar a esos niños, prevenir la enfermedad y mantener su calidad de vida y la de su familia, a pesar de patologías crónicas. En definitiva, que cada niño pueda disfrutar de sus años más felices en las mejores condiciones.

Quizá tenga que ver en esto el recuerdo de mi propia infancia: una etapa muy feliz en Gijón, rodeado de una familia excepcional que siempre ha estado a mi lado. De ellos aprendí desde niño la grandeza de la Medicina, quizá esa parte que no está en los libros y que no puede enseñarse en una clase: que tratamos con personas, que hay que poner cerebro pero también corazón, que las palabras mal dichas pueden herir más que cualquier enfermedad y que las palabras adecuadas pueden ayudar a curar. Gracias a ellos y a todos los que han contribuido a mi formación y desarrollo, especialmente a la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, por la confianza depositada y la colaboración prestada.

PROFESSIONAL PROFILE

Antonio Hedrera Fernández (Gijón, Asturias, 1986), estudió el Bachillerato en el Colegio del Corazón de María de su ciudad natal con Matrícula de Honor, obteniendo el Premio Extraordinario de Bachillerato del Principado de Asturias. Posteriormente, estudió Medicina en la Universidad de Oviedo, especializándose después en Pediatría y sus Áreas Específicas mediante el sistema de residencia (MIR) en el Hospital Universitario Río Hortega (Valladolid). A su término, fue premiado por su trayectoria como residente en la primera convocatoria del programa de reconocimiento e incentivación de profesionales que finalizan su residencia en los centros e instituciones sanitarias de la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León. Realizó la formación acreditada por la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, de la que es miembro numerario, con estancias en Great Ormond Street Hospital for Sick Children (Londres) y en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid). Realizó asimismo el Máster en Cuidados Paliativos Pediátricos por la Universidad Internacional de La Rioja. Actualmente ejerce como pediatra, especializado en Neuropediatría, en el Hospital Universitario Río Hortega (Valladolid) y cursa estudios de Doctorado en la Universidad de Oviedo.

Paralelamente a sus estudios de Medicina, obtuvo el título profesional de Música, en la especialidad de piano, obteniendo una  calificación final de sobresaliente y resultando premiado en el V Concurso “Jóvenes Intérpretes” del Conservatorio Profesional de Música de Gijón, lo que le vale su debut como solista. Desde 2007, dirige el conjunto vocal e instrumental teDeum.

La Fundación María Cristina Masaveu Peterson reconoció su excelencia académica a través de las dos primeras ediciones de su Beca.